domingo, 8 de noviembre de 2015

La Literatura Fantástica

Los límites de la ficción fantástica estarían marcados, entonces, por el amplio espacio de lo maravilloso, en donde se descarta el funcionamiento racional del mundo y lo "extraño" o el "fantástico explicado", en el que los elementos perturbadores son reducidos a meros eventos infrecuentes pero explicables. Contra la definición amplia de lo fantástico, esta definición presenta la debilidad de ser demasiado restrictiva. Se han propuesto diferentes reformulaciones teóricas que intentan rescatar el núcleo de esta definición con diversas salvedades. 
Las obras El castillo de Otranto, escrita por Horace Walpole en 1764, y El diablo enamorado, escrita por Jacques Cazotte en 1772, están consideradas como las primeras novelas fantásticas. Algunos autores románticos, como E.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, cultivaron el género, otorgándoles a sus relatos fantásticos un cariz de terror psicológico que habría de presagiar en cierto grado el descubrimiento del inconsciente (Freud se inspira en un relato de Hoffmann para su definición de lo siniestro) y la concepción contemporánea de la mente como creadora de realidad, dotándola de elementos fantásticos. 

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